La estrategia ante abusos a menores de la Iglesia latinoamericana está basada en el ocultamiento, el miedo a desatar conflictos familiares y la vergüenza.
Casi una década después de que el caso del sacerdote Fernando Karadima rompiera el tabú en Chile y espoleara la denuncia de abusos en países como Colombia, México, Nicaragua o Argentina, las víctimas se quejan de que el enorme poder que conserva la Iglesia Católica haya logrado consolidar el encubrimiento, diluir la presión mediática y social y ralentizar la vía judicial.
Una influencia política y social intimidatoria que se refleja en las cifras: pese a ser la región del planeta con mayor población católica y el escenario de algunos de los casos más famosos, Latinoamérica destaca también por ser la que tiene la menor tasa de denuncias apenas un millar-, según estadísticas de la ONU.
Y aunque en 2019 el prestigioso centro de pensamiento británico Child Rights International Network (CRIN) pronosticaba una reactivación gracias a la implicación de organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en diciembre de 2020 anunció un programa de defensa de las víctimas.
Lo cierto es que desde entonces la polémica ha casi desaparecido del foco mediático y legal debido, según algunos expertos, a la pandemia de COVID-19 pero sobre todo a la efectiva acción de la jerarquía eclesiástica, que ha redoblado una estrategia basada en el ocultamiento, el miedo a desatar conflictos familiares, la vergüenza, y distintos estigmas sociales hacia la homosexualidad, un prejuicio todavía muy extendido en todo el continente.
“La verdad es que incluso la Fiscalía ha bajado mucho la intensidad de la persecución, lo que es curioso”, explica a Efe el chileno José Andrés Murillo, víctima del ya fallecido sacerdote Karadima, al que el Vaticano condenó en 2011 por abusos cometidos entre 1980 y 2006, y que murió sin rendir cuentas a la justicia civil.
“Para poder enfrentar (el problema) de forma real y sustentable se requiere ir a la raíz. Y eso es lo que no han hecho en la Iglesia, ir a la raíz de la estructura del poder, la estructura del abuso, qué es lo que ha hecho que ocurra el abuso y qué es lo que ha hecho que ocurra el encubrimiento”, añade.