Morelia, Michoacán a 18 de julio de 2017.- Su voz demostraba un amasijo de emociones: coraje, tristeza, impotencia, rabia y desconsuelo. Seguramente no se percató que levantó la voz y gritando preguntaba, ¿realmente la sociedad sabe lo que hacemos en Michoacán? El mismo secretario respondió, “cómo estábamos hace algunos años con el crimen organizado adentro de la corporación, con el crimen organizado adentro del gobierno, con el crimen organizado en toda la estructura social y nadie decía nada. Y ahora que los enfrentamos y andamos tras de ellos (de los delincuentes), parte de la sociedad nos sigue criticando”.
Juan Bernardo Corona tiene toda la razón, los michoacanos hemos sido injustos regateando el reconocimiento que merecen nuestros policías. Tiene razón cuando señala que hace algunos años (muy pocos) las corporaciones de seguridad del estado y los municipios eran un apéndice de los cárteles que operaban en la entidad. Tiene razón al recordarnos que muchos conocidos empresarios presumían sus relaciones inconfesables y los negocios que hacían con dinero bañado en sangre. Y nadie decía nada.
El mensaje pronunciado en el homenaje póstumo fue un reclamo, pero también una reivindicación a todos y cada uno de los elementos de la Secretaría de Seguridad; una invitación a los michoacanos para que reflexionen y tengan presente en la memoria que antes se usaban las patrullas para cobrar las extorsiones y el llamado “derecho de piso”, que algunos malos policías eran sicarios con uniforme, y que algunos funcionarios de primer nivel (federales y estatales) prefirieron pactar con el crimen a combatirlo. Que tengan presente que ahora se combate frontalmente a los delincuentes.
Durante el discurso varias veces la voz del secretario se quebró; se aferraba al atril tratando de disimular su turbación y descontento para evitar mayores tribulaciones a sus subordinados. “Me siento muy orgulloso de cada uno de ustedes, les dijo. A muchos los conozco desde hace mucho tiempo; se de lo que son capaces, del trabajo que saben y deben desarrollar”.
Voltea y se dirige a los familiares de Francisco Omar Cornelio Estrada y Luis Enrique Cortés Díaz, elementos asesinados en Aguililla: “Se los digo de todo corazón, no hay palabras para confortar esta situación, pero a nombre del gobierno van a contar con todo el respaldo y todo el apoyo, lo que se requiera y esté a nuestro alcance. Sin duda, ellos estarían aquí sintiéndose orgullosos de ser parte de esa corporación, mantengamos ese orgullo porqué desde donde estén van a estar con nosotros y nosotros con ellos”.
Nada vale un policía que no siente el compromiso con la sociedad a la que protege y sirve. Ese compromiso va a surgir en la medida que la sociedad reconozca su desempeño y sacrificio.