Por: Juan José Rosales Gallegos
Morelia, Michoacán a 28 de noviembre de 2017.- El aviso llegó al más puro estilo de la rancia tradición tricolor. Primero habló el primer priista del país, luego se puso en marcha la maquinaria para arropar al ungido. “Le agradezco su dedicación, entrega y compromiso, y le deseo el mayor de los éxitos en el proyecto que ha decidido emprender”. Con estas palabras, Enrique Peña Nieto despidió al que fuera su secretario de hacienda, José Antonio Meade, quien se convertirá en el candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional.
“Siempre fue Meade”, me dijo un viejo político. Inició el sexenio como titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, lo que le permitió mostrarse al mundo y entender los mecanismos que mueven la diplomacia. Después ocupó la Secretaría de Desarrollo Social, recorrió el país, conoció la cara de la pobreza, estableció contacto con gobernadores, presidentes municipales, legisladores y líderes sociales, el indispensable “baño de pueblo”. Y concluyó en Hacienda, con lo que esto significa.
La línea de los candidatos que surgieron de las áreas económicas y financieras del gobierno federal ha dominado la historia contemporánea de México. José López Portillo fue secretario de Hacienda. Miguel de la Madrid, estuvo al frente de Programación y Presupuesto, igual que Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. El último candidato que surgió de la Secretaría de Gobernación fue Luis Echeverría. La economía y los mercados financieros, desde hace décadas, se han colocado por encima de las áreas políticas y de seguridad.
Durante el relevo en el que Meade entregó a José Antonio González Anaya la titularidad de SHCP, el presidente Peña Nieto dio el último empujón a su elegido al destacar en su discurso: “En el desempeño de sus responsabilidades, el doctor Meade acreditó su sólida formación académica y profesional, así como un amplio conocimiento de las necesidades del país y de su enorme potencial hacia adelante y , sobre todo, José Antonio Meade ha demostrado ser un hombre de bien, con vocación de servicio y un profundo amor a México”. Palabras que no dejan duda sobre el futuro inmediato de Don Pepe.
La declaración que días antes hizo el presidente sobre lo despistados que andábamos todos, fue un reclamo para su equipo, pues Videgaray se adelantó con el “destape”, faltando al respeto a la posición del “primer priista”. “No se despisten, el PRI no elige a su candidato por aplausos y elogios”, decía Peña Nieto herido en su orgullo tricolor.
La relación del virtual candidato tricolor con el gobernador de Michoacán tiene su origen desde el inicio de la administración de Peña. Siempre que coincidieron en un evento público ambos personajes intercambiaban elogios y hacen patente su afinidad personal. Un apunte que puede ser de utilidad.