Morelia, Michoacán.- Es necesario desterrar costumbres y tradiciones indígenas que violentan la integridad física y moral de las mujeres indígenas, y que además la excluyen de la vida pública de buena parte de comunidades purépechas, nahuas, otomíes y mazahuas, aseveró Martín García Avilés, titular de la Secretaría de Pueblos Indígenas (SPI), quien agregó que por eso, el Día Internacional de la Mujer debe servir para la reflexión crítica de esa violencia silenciosa y generalizada.
Reconoció que la violencia que sufre la mujer indígena no se denuncia ante autoridades competentes, quedando en el ámbito familiar, y que se trata de una “costumbre que debe desterrarse, como cualquier otra que sea violatoria de derechos humanos elementales de las mujeres, como la exclusión de la herencia comunal y su marginación de las decisiones sobre asuntos públicos”, señaló García Avilés.
El funcionario consideró que la mujer indígena ha jugado un rol fundamental en la preservación de la lengua y las culturas en general, pero que es deseable “que se rebele contra toda forma de violencia o exclusión, lo que por cierto no es exclusivo de lo indígena”.
Resaltó los contados casos de mujeres que han llegado a ser autoridades en comunidades purépechas como Naranja de Tapia, Pamatácuaro, Paso del Molino y Tzetzenguaro; o en Guagua, de la costa nahua; o San Matías, del pueblo otomí; “aunque sabemos de muchos intentos de mujeres por hacerse escuchar en su ámbito comunitario, pero han sido impedidas porque siguen siendo vistas solo para el petate o el metate”, dijo.
Recordó los casos emblemáticos de Eufrosina Cruz, zapoteca oaxaqueña que emprendió una lucha que llegó al máximo tribunal del país; o de Jacinta, Alberta y Teresa, a quienes “se les fabricaron delitos por su condición de mujeres pobres e indígenas”, y a las que, recientemente, el Estado mexicano les tuvo que pedir disculpas públicas.