Por: Juan José Rosales Gallegos
Dos eventos que marcan el inicio de una nueva etapa en la vida política del estado. En cuestión de horas los líderes del oficialismo y la oposición midieron la fuerza de su convocatoria y fue muy claro lo que ocurrió.
A la presentación del Plan Morelos, capricho de Alfredo Ramírez Bedolla, acudieron los sometidos, aquellos que por un cheque o prebenda han mostrado su elasticidad para la genuflexión.
A la Toma de Protesta de Alfonso Martínez para su nuevo periodo como presidente municipal de Morelia, los aliados con los que se construye el futuro.
La mayoría de los que respondieron a la convocatoria de Ramírez Bedolla no lo hicieron por un gesto solidario, fueron a pasar lista por miedo a las represalias.
El alcalde de Morelia recibió el respaldo y la aprobación de exgobernadores, expresidentes municipales y los empresarios más importantes de la ciudad y el estado. Lo más importante, su familia está siempre con él.
El gobernador tiene miedo, está preocupado pues los rumores de su salida provienen de las altas esferas de Morena. López Obrador lo abandonó y su relación con Sheinbaum está rota, por eso la necesidad de sentirse arropado, de mostrarse como “el jefe” y someter en su comedia a los poderes Legislativo y Judicial.
Muy temprano llegaron los convocados por el alcalde de Morelia. A pesar del día y la hora, domingo a las nueve de la mañana, hubo puntualidad.
Alfonso fue recíproco a esa muestra de respeto y minutos después de la hora marcada inició el acto solemne.
Un día después, los que asistieron a Palacio de Gobierno a confirmar su avenencia con el poder, tuvieron que esperar más de una hora.
Alfonso trató con respeto a sus invitados; el auditorio de Alfredo fue de sumisos empleados que callaron, aguantaron y aplaudieron.
En su evento, por segunda ocasión, Ramírez Bedolla puso en ridículo al Presidente del Supremo Tribunal de Justicia del estado, representante del Poder Judicial, el blandengue Jorge Reséndiz.
En su cara Ramírez le gritó, ¡la reforma judicial va en Michoacán!, y luego, ofreció su mano “amiga, democrática, republicana, tendida para transformar el poder judicial”. Reséndiz lo miraba desde el sitio que le fue asignado tratando de disimular su vergüenza.
Alfonso Martínez también tendió su mano, la ofreció a las presidentas y presidentes municipales de la entidad, “para que juntos podamos trabajar por nuestro estado; para que podamos compartir nuestras buenas prácticas de gobierno y se puedan aplicar en otros lugares”.
Uno tiene la visión de sumar y construir; el otro, dividir y destruir.
Alfonso Martínez pasa a la historia haciendo buen uso de los recursos públicos entregando a la ciudad, un moderno y funcional Centro Administrativo municipal, que además de ofrecerle una mejor atención a morelianas y morelianos, revive esa zona del Centro Histórico.
Alfredo Ramírez, planea su informe de gobierno un acto faraónico, que significa un brutal e innecesario dispendio de recursos. Pretende llenar de acarreados el Estadio Morelos.