Por: Juan José Rosales Gallegos
Morelia, Michoacán a 15 de diciembre 2021.- El silencio puede ser el ruido ensordecedor que delate una vergonzosa complicidad.
En silencio permanecen la mayoría de los alcaldes que el pasado 1 de septiembre del presente año, tomaron posesión de sus cargos. Parece que, poco a poco, deslizan un manto de impunidad que cubra las tropelías y abusos de sus antecesores. Ya se olvidaron de sus impetuosos discursos de campaña en los cuales denunciaron, una y otra vez, la corrupción en sus municipios.
Morelia, Zamora y Pátzcuaro, como ejemplo, tuvieron gobiernos desastrosos emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que heredaron deudas, obras inconclusas, cuentas vacías, inseguridad y zozobra en la población. A pesar de lo evidente (y la evidencia), los actuales presidentes municipales optaron por la indiferencia redentora que los acerque a la gracia de la autonombrada «cuatroté».
Maniobras tan burdas (propias de los neoliberales) como llevarse las computadoras de las oficinas o asignar y pagar obras durante el último minuto de su gestión, que continúan inconclusas y detenidas. Momentos hilarantes, que ya forman parte del museo del oprobio, como alegar «hackeo» en los servidores de la administración local y, la sangrienta cercanía con grupos delincuenciales, ahí están vigentes en la constante memoria de los ciudadanos. Así actuaron la mayoría de los ediles surgidos de Morena, que «no roban, no mienten ni engañan».
Ojalá que pronto las autoridades locales en funciones se sacudan el miedo que los paraliza, y actúen en función de lo que ofertaron en campaña. No se trata de iniciar una campaña de linchamiento o comenzar a lanzar acusaciones mediáticas insulsas y sin sustento. Simplemente, que cumplan con sus obligaciones, claramente marcadas en la ley, a la que juraron aplicar y someterse. Intentar «quedar bien» con la cuatroté, será el primer paso al cadalso. Y de ahí, no hay retorno.