Por: Omar Carreón Abud.
El pueblo trabajador de México, o sea, todos los que se ganan
la vida con su esfuerzo diario, no deberá olvidar jamás las
expresiones con las que se le gobernó, con las que se decidió su
destino y el de sus hijos y nietos durante el sexenio fatídico de la
Cuarta transformación. Ahora, dramáticamente, tendrá que incluirse
entre sus amargas experiencias, la frase histórica: “llueva, truene o
relampaguee, en agosto todo mundo regresará a clases presenciales”.
O sea, si te gusta, bien y si no, te jodes. La verdad, creo que hay
pocos o ningún mandatario en el mundo que se atreva a hablarle así
a su pueblo, menos aún, alguno que haya proclamado que, para él,
están primero los pobres.
Aclaro que, aunque me parecieron indignantes y sumamente
peligrosas estas órdenes, lanzadas como ucase desde la presidencia
de la república en un régimen que se precia de ser democrático,
decidí hacerle un espacio en mi trabajo del día de hoy a otras
aleccionadoras palabras sobre la dominación del imperialismo
norteamericano, pronunciadas por George Kennan, un indiscutible
representante de sus ideas y proyectos.
Continúo con el tema de hoy. La obsesión por no suspender o
siquiera disminuir las actividades económicas del país, olvida, omite
o hace a un lado, la experiencia mundial de aplicación masiva de
pruebas. Varios países, entre otros China y Vietnam, lograron salir
airosos del ataque del virus Sars.Cov2 gracias a que aplicaron
ingentes recursos en localizar a los contagiados oportunamente y
aislarlos a ellos para no tener que aislar a toda la población y dañar
la marcha de la producción y el consumo. Aquí en México, no.
Se ha hecho profesión de fe, decisión inamovible evitar las pruebas
masivas, como si fueran innecesarias, inocuas o una vergüenza
nacional. Nada más alejado de la verdad científica demostrada.
Como ominoso complemento de la política autoritaria de
volver a clases presenciales pase lo que pase, el gobierno de la
república ha pasado a ocultar la información indispensable para que
la ciudadanía forme su criterio y tome decisiones. Es de fundamental
importancia dejar bien claro que la aportación de información, más
todavía en lo que concierne a la salud y a la vida de los mexicanos y
sus hijos, no es una concesión graciosa del gobierno de la 4T, es su
obligación constitucional. Para fundamentar lo que aquí afirmo, cito
la nota de El Universal del pasado 27 de julio: “La Secretaría de
Salud (Ssa) ha dejado de concentrar y proporcionar información
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básica a la sociedad para el seguimiento de la pandemia por Covid-
19 en el país —que a la fecha ha cobrado la vida de al menos 238 mil
595 personas y contagiado a más de 2 millones 750 mil mexicanos—
como los índices de positividad, de letalidad, el número de personas
estudiadas, la ocupación hospitalaria por entidad federativa y el tipo
de hospitalización, entre otros”. En pocas y reducidas palabras, a
todos los males que ya sufre la ciudadanía, ahora se añade que le
tapan los ojos y los oídos, se le quiere mantener en la ignorancia.
Hace unos cuantos días, con esa contundencia y serenidad que
caracteriza a sus declaraciones, sin importar que sean verdaderas
audacias, por no llamarles de otra manera, hablando del tema que
nos ocupa, dijo el presidente de la república: “Se reinician las clases
a finales de agosto en todo el país (…). No vamos a tener para
entonces problemas de contagios que puedan poner en riesgo a los
niños, jóvenes, maestros y maestras y al personal educativo porque
está demostrado que la pandemia afecta a las personas mayores”.
Repito y subrayo, “está demostrado que la pandemia afecta a las
personas mayores”.
Pero la realidad, que es brutalmente terca, que, como dice la
canción de José Alfredo Jiménez, “no entiende esas cosas de las
clases sociales”, ni de investiduras, se manifestó muy pronto. Leo en
El Universal del 27 de julio, lo siguente: “El Presidente Andrés
Manuel López Obrador reveló que su hijo menor, Jesús Ernesto
López Gutiérrez, se contagió de coronavirus o Covid-19″. Ya lo dijo
Dostoievski en Los Hermanos Karamazov por boca del Stárets
Zosima: “quien se miente y escucha sus propias mentiras llega a no
distinguir ninguna verdad, ni en él ni alrededor de él”. A la luz de
este lamentable problema personal, ¿se reconsiderarán las
terminantes disposiciones sobre el regreso a clases?
Hasta ahora, según el presidente de la república, sólo hay una
sopa: a clases presenciales todos los muchachos. Nada de arreglo a la
infraestructura -que ya estaba mal- dañada por tantos meses de
abandono, nada para hacer un muestreo de pruebas por escuela,
nada para tomar temperaturas antes de ingresar al aula, nada de
apoyo para el uso de cubrebocas, nada para gel antibacteriano, nada
para atención de urgencia a niños y jóvenes que resulten infectados.
Nada de nada. Ni siquiera una visita de inspección a algunos centros
de estudio.
Las previsiones para la salud de los mexicanos y la de los niños
y jóvenes, el dinero que se le destina, arroja saldo negativo. Informa
el diario El Economista: “La inversión física presupuestaria en salud
que ejerció el gobierno de enero a mayo de este año, en medio de la
pandemia del Covid-19, registró su mayor caída desde el 2007, de
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acuerdo con los datos presentados por la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público (SHCP)”. En fin, dinero para la salud de los
mexicanos, no hay. Todo se gasta en el Tren Maya, en la refinería de
Dos Bocas, en el aeropuerto de Santa Lucía y en asegurarse la
compra de votos mediante las ayudas para el bienestar
aprovechándose de la falta de conciencia del pueblo mexicano. La
política pública contra el Sars.Cov.2, sigue siendo: el que se tenga
que morir que se muera. Y ya vamos a llegar a los 250 mil
sacrificados.
Ahora, la cita de George Kennan, de que la que hablé antes,
quien fuera un alto funcionario del Departamento de Estado en 1948
y uno de los más importantes y respetados ideólogos del
imperialismo. Estas palabras las deberían conocer todos los
entusiastas participantes en las revoluciones de colores y todos los
cubanos que se salieron a la calle a protestar obedeciendo los
llamados de poderosos bots que dispararon millones de mensajes
desde los centros de lanzamiento de Estados Unidos en el mundo.
Kennan partía del hecho de que Estados Unidos tenía “alrededor del
50 % de la riqueza del mundo y tan sólo el 6.3 % de su población”,
por lo que para sostenerse: “En esta situación no podemos dejar de
ser objeto de envidia y resentimiento. Nuestra tarea real en el
período que se acerca es diseñar una pauta de relaciones que nos
permita mantener esta posición de disparidad, sin detrimento de
nuestra seguridad nacional. Para conseguirlo tendremos que
prescindir de sentimentalismos y fantasías y concentrarnos en todas
partes en nuestros objetivos nacionales inmediatos … Hemos de
dejarnos de objetivos vagos y poco realistas como los derechos
humanos, la mejora de los niveles de vida y la democratización”.
Aterrador ¿no?
Para quien sepa leer y tenga dos dedos de frente.
Morelia, Mich., a 27 de julio de 2021.