Por: Juan José Rosales Gallegos
Morelia, Michoacán a 25 de enero 2022.- Resulta lamentable, vergonzoso hablar de la oposición en Michoacán. Primero, definamos quien es quien.
Entronizados en el poder por una ola amorfa y apenas suficiente de sufragios que obtuvieron en la pasada elección del 2021, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), se colocó como la primera fuerza política en la entidad. Ganaron (apenitas) el gobierno del estado, un importante número de diputaciones locales y federales, además de la mayoría de presidencias municipales. Triunfaron con un candidato emergente a la gubernatura y sin contar con una estructura real cómo partido político. No es ocioso recordar, en varios municipios se aliaron con grupos criminales que, está confirmado, «les echaron una manita».
Los perdedores se convirtieron en «la oposición» y son, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN), Movimiento Ciudadano (MC) y, el agonizante y casi extinto Partido de la Revolución Democrática (PRD). Tres de esos cuatro partidos conformaron un frente para apoyar a un candidato insulso al gobierno del estado que denominaron, Equipo Por Michoacán. No les alcanzó y ahora comparten el sótano lamiendo sus heridas.
Alfredo Ramírez, jefe político del Movimiento y también gobernador, desde su discurso de toma de posesión pronunciado el 1 de octubre de 2021, ha denostado, maltratado, humillado y machacado a la oposición. Al más puro estilo del «mero peje», muchas veces con verdades a medias o descaradas mentiras, el discurso de Ramírez embiste contra «los conservadores», «el prian», pero sobre todo contra el PRD (partido que lo formó), contra «los corruptos» de la administración pasada y contra Silvano Aureoles.
Los «aliados» del exgobernador Aureoles hacen mutis y voltean para otro lado, prefieren ocultarse, proteger sus privilegios y evitan cualquier provocación. Los panistas, tienen su ruta muy clara y no se distraen en pleitos ajenos; los priístas, están esperando el momento oportuno para confirmarse como aliados de Morena. Movimiento Ciudadano se cuece aparte y, el PRD apenas puede mantenerse en pie, mermado y moribundo. Por cierto, el primero en desaparecer de la vida política activa es quién debería encabezar y mantener el llamado Equipo Por Michoacán, quien debiera distinguirse como el vocero natural de la oposición, Carlos Herrera. ¿Dónde está?
Es tan ramplón el nivel de la discusión política en Michoacán que voces como las de Giuliana Bugarini y Juan Pablo Celis son las que encauzan los temas de la agenda pública, y opacan a cuadros formados con experiencia y discurso de la oposición, que prefieren desaparecer del ojo público para enredarse en sus largas colas, porque para hacer lujo de una lengua larga, se debe tener la cola muy corta. No hay quien se plante frente a Morena, por miedo o por conveniencia. Unos no quieren que se remuevan su pasado y surjan sus pecados; otros esperan la gracia y el perdón de la «cuatroté» para reincorporarse al presupuesto, porque estar fuera es vivir en el error.
Nota al calce: Mientras tanto, desde una prudente distancia, los verdaderos artífices de la realidad que hoy enfrentan los partidos políticos viven con gozo este salto al pasado. El atavismo les devuelve la vida, aquella vida que realmente inició cuando, desde los sombríos dormitorios de una casa de estudiante que se encontraba en un antiguo palacio de cantera de la capital michoacana cuyo patio era usado como central de autobuses, definían una hermandad que, a través del tiempo permanece infranqueable.