La disputa en lo más alto de la cúpula empresarial
Por: Juan José Rosales Gallegos.
Morelia, Michoacán 28 de septiembre 2020.- No se necesita ser uno de los asiduos invitados a los ágapes y las bacanales privadas en los que participan un pequeño grupo de personas, que se presentan como mujeres y hombres de negocios, para entender lo que está pasando. No se requiere presumir la membresía de alguna organización con nombre rimbombante que empiece con las palabras “consejo” o “cámara”, para percatarse de la reyerta de egos y ambiciones en la que están inmersos los que se hacen llamar líderes empresariales.
Desde hace varios años el órgano de representación y deliberativo de cámaras y asociaciones empresariales, el Consejo Coordinador Empresarial del Estado de Michoacán (CCEEM), está devaluado, pues fue usado como trampolín político y ventanilla gestora para negocios personales, lo que restó presencia frente a las autoridades de todos los niveles. ¡Tremendo reto para Raymundo López Olvera!, devolverle el respeto y la dignidad al Consejo.
Otro lastre es, que a las representaciones de los distintos sectores económicos y comerciales llegarán personajes de medio pelo y escaso reconocimiento social, muchos de ellos no son ni empresarios, ni comerciantes. La sociedad se da cuenta, conocemos la historia de los farsantes, y esto desemboca en un enorme descrédito para el poder económico organizado.
En el siglo pasado, quien ocupaba la presidencia de la Canaco, Cmic, Coparmex o Canacintra, del propio CCEEM, era respetado y reconocido, no solo por su gremio, sino por la comunidad y las autoridades. Mujeres y hombres de probada trayectoria que, con su trabajo, se ganaron la admiración de sus pares. Había conciencia, autoridad moral y, sobre todo, vergüenza. La ambición y la envidia trazaron el camino a través del cual se dilapidó la importante presencia del empresariado.
Fue muy fácil para la autoridad estatal en turno tirar un anzuelo con tentadora carnada consistente en pequeños negocios, en invitaciones a “exclusivas reuniones” y reconocimientos banales; prometer la candidatura fantasma que abriría las puertas de ese edén llamado, “no hago nada y llueve el dinero”. Esto fue lo que alejó a las empresarias y empresarios con un poco de pudor, de las cámaras y asociaciones, huyeron de la corrientada coercitiva y del amasiato socavando la dignidad.
Se llegó al vergonzoso extremo de colocar a un empresario, sin empresa y desempleado, como “representante” de la “sociedad civil organizada” del estado. Una representación nacida del agravio que cometió Peña Nieto con Michoacán a través del famoso “virrey”. Hay varios así enquistados en todas las cámaras y asociaciones.
En la actualidad, los presidentes de cámaras y asociaciones se pelean el dudoso honor de ser “la favorita” del ejecutivo, alentados por un obtuso responsable oficial del desarrollo económico, que los manipula a su antojo. Ahora la pelea no es por defender a sus representados, ya no buscan mejores condiciones para los generadores de empleo o impulsar causas justas a favor de la sociedad. Ahora se pelea un lugar en el harem y llegar a ser “la favorita” en turno.