Por: J. Jesús Vázquez Estupiñán
¿Impresionados ante qué? ….
La reciente lluvia de noticias que se divulgan en la radio, en la prensa escrita, en la televisión, en los medios digitales y en las redes sociales, aludiendo a la violencia que vive nuestro país y que en mucho tiene que ver con la carencia en el ejercicio de los valores universales.
La celebración de una Jornada por la Paz, con la participación de sacerdotes jesuitas en la Universidad La Salle ha sido la coyuntura para dialogar con el Hermano Lasallista Roberto Medina Luna, a quién preguntamos: ¿Está usted impresionado por la violencia en nuestro país?
“Impresionados tanto como estaban Juan Bautista De La Salle y sus primeros grupos de maestros por el desamparo humano y espiritual “de los hijos de los artesanos y de los pobres. Impresionado estoy, al igual que como toda la comunidad jesuita… como el padre Luis Gerardo Moro; impresionado como el Papa Francisco cuando exclamó “¡cuántos asesinatos en México!”.
Impresionados estamos todos los mexicanos por los rangos que ha alcanzado la delincuencia y la impunidad en nuestro país, sabedores de lo agudo de este problema, estamos lejos de encontrar la luz al final del túnel”
¿Qué pueden hacer las universidades para aminorar esta violencia?
“La realidad que hoy estamos viviendo en el mundo; debe movernos y obligarnos a reaccionar como comunidad educativa. Necesitamos generar una profunda reflexión que tenga consecuencias en el campo de la vida social, política y por supuesto, educativa; pues como, todos estamos llamados a ser -artesanos de la paz-.
Para alcanzar este cometido, no basta con dejar las ideas en el tintero, pues la preocupación por el prójimo, debe de ser el eje central de nuestras decisiones colectivas, señaló el Papa Francisco con fuerte voz.
Es primordial atender decididamente a quienes no disfrutan de las condiciones mínimas de vida, debemos de trabajar para reconstruir el tejido social y la plataforma privilegiada para lograrlo es la educación.
Necesitamos trabajar desde nuestro espacio, con dos aliados más: la familia y el estudiantado. El gran reto es formar profesionistas con valor”
En este momento, ¿qué opinión le merece el mundo de hoy?
“El mundo es un don inmerecido, una realidad muy bella y plural, que procede del Creador, como expresión de su grandeza, un espacio maravilloso que nos es otorgado para escenificar la humana aventura. A nosotros, corresponde admirarlo y agradecerlo, pero sobre todo cuidarlo en todos los sentidos para poder entregarlo a las nuevas generaciones”.
¿Nos toca actuar de inmediato al respecto?
“Sí claro, estamos obligados a hacer conciencia de las atrocidades cometidas contra la humanidad y de los devastadores daños causados en nuestro entorno. Han de ser motivo para meditar a fondo sobre nuestras decisiones a favor de la construcción de un mundo más humano y más fraterno. Un mundo donde las condiciones de vida sean aptas para el desarrollo y bienestar de todos; sobre todo de los más frágiles y vulnerables.
El progreso social y moral de la humanidad es incompatible con políticas excluyentes, que no garanticen los derechos y la dignidad de toda persona, independientemente de su raza, origen, estatus social, credo o militancia política. Y no me refiero a una obligación del gobierno solamente, sino al trabajo conjunto entre estado y sociedad, para regenerar ese tejido social que desde hace décadas se ha venido desquebrajando”
¿Es aquí cuando entra la responsabilidad social universitaria?
“En parte; esto no significa solamente responder coherentemente de nuestras decisiones, asumir los actos realizados libremente y enfrentarse a sus consecuencias. Es atender, como lo hiciera De La Salle, ante la llamada de los seres vulnerables que imploraban atención, disponibilidad y respuesta; en suma, sentirse responsable del clamor del indigente, la queja de la víctima inocente, ¡la soledad del joven sin oportunidades…!
Esta responsabilidad nos exige tratar dignamente a la niñez, a la juventud, a la mujer, al hombre y al anciano, sin olvidar que cada una y cada uno, son fines en sí mismos.
El impulso que nos mueva al cuidado de los demás y el deseo de velar por las generaciones futuras no debe proceder nunca del temor, sino por un anhelo de paz y bienestar, debe provenir del amor!”.
¿Es esta una utopía alcanzable por la humanidad?
“Definitivamente, pues la razón humana, empujada por el amor incondicional latente dentro de toda persona, puede renovar esta confianza en la humanidad, avanzando en la pacificación del mundo”
¡Aún podemos corregir el rumbo exclamó con ojos humedecidos!