Por: Juan José Rosales Gallegos
Pasaban de las tres de la tarde del domingo 6 de junio de 2021, cuando aparecieron los reportes de una clara intervención de grupos paramilitares y delincuentes armados en decenas de casillas de los municipios de la Tierra Caliente de Michoacán. Fotografías, videos, testimonios de representantes de casilla y ciudadanos que acudieron a votar, dieron cuenta de que “la maña” estaba operando a favor de los candidatos de Morena.
En la contienda Carlos Herrera Tello candidato del PRD, PRI y PAN; en la otra esquina representando al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y Partido del Trabajo (PT), Alfredo Ramírez Bedolla, que recibió como regalo divino una candidatura que pertenecía a Raúl Morón. Los dos tras la gubernatura del estado de Michoacán.
A mitad de la jornada comicial, Herrera tenía en sus manos los elementos para salir con absoluta determinación a denunciar la intromisión del crimen organizado en la elección y la complicidad de Morena y sus candidatos. Llegaron las 6 de la tarde, cerraron las casillas y se esperaba la irrupción del candidato que, a la mala, era despojado de la posibilidad del triunfo. A Herrera le estaban “ganando” los fusiles, no los sufragios.
Al concluir la jornada comicial el primero en aparecer públicamente fue Alfredo Ramírez Bedolla proclamándose ganador de la contienda: “Morena y PT han ganado la elección en Michoacán y hemos ganado por la esperanza. En Michoacán ganó la esperanza y la cuarta transformación se hará realidad en el estado”. Aseguró que varias encuestas le daban una venta de, al menos, 4 puntos.
Luego, apareció Herrera en su casa de campaña. No se le notaba preocupado, al contrario, su lenguaje no verbal revelaba conformidad con lo que estaba pasando. Se esperaba el mensaje de un líder echado para adelante dispuesto a defender los votos y la voluntad que miles de michoacanos expresaron en las urnas, decidido a exhibir la intromisión de grupos criminales a favor de Morena, pero no fue así. Sus palabras fueron apresuradas, timoratas y tibias.
Carlos Herrera inició exponiendo que se presentaron “irregularidades en el desarrollo del proceso electoral”; adelantó que su equipo jurídico presentaría varios recursos de inconformidad. Sin ofrecer detalles, dijo que se habían presentado “resultados atípicos” en los municipios de Lázaro Cárdenas y Múgica y, luego reveló sus verdaderas intenciones, afirmó “no buscar un cargo, simplemente colaborar para el desarrollo de Michoacán”. Llamó a los michoacanos “a confiar en la ley” y les pidió mantenerse “tranquilos y en paz”. Descartó movilizaciones o manifestaciones para defender la legalidad y la democracia.
En pocas palabras, el candidato del Equipo Por Michoacán se echó para atrás, atemperó la derrota y preparó el terreno para que Morena tomara el poder y luego desapareció. Luego de ese domingo 6 de junio de 2021 no se supo nada de Carlos Herrera, desapareció las siguientes 72 horas.
Supimos del candidato hasta el jueves 10 de junio a través de un video que compartió en sus redes sociales. Dijo que andaba en la Ciudad de México, “chambeando”. En Michoacán, esos tres días fueron bien aprovechados por Morena y sus aliados que, sin obstáculos, pudieron consolidar la ventaja que se robaron.
Un esquirol timorato, nunca deja de serlo