Por Desireé Gutiérrez
Por primera vez después de cinco años, la “habitual” reunión trilateral entre las naciones norteamericanas regresó y de acuerdo al comunicado sobre lo que se habló, vuelven porque se dieron cuenta de que es “mejor juntos”, por no decir que estaban bastante alejados tras la tormentosa administración del ex mandatario estadounidense Donald Trump.
El pasado jueves 18 de noviembre, los jefes de Estado de México, Estados Unidos y Canadá se estrecharon la mano y hablaron bonito de lo que simboliza su amistad, sin embargo, es de suma importancia analizar lo que hay detrás de esta reunión y por supuesto lo que con ella se plantea para el futuro regional.
Esta fue la primera vez que López Obrador conocería de manera formal y presencial al presidente estadounidense Joe Biden y al primer ministro canadiense Justin Trudeau, encuentros de valor para su gestión donde está de más señalar la poca comunicación asertiva y corporal que mostraba la incomodidad e inseguridad del presidente mexicano durante las ruedas de prensa con los mandatarios, porque tal vez no le fue grato el tener que explicar de vez en cuando sus ideas, no poder hablar coloquialmente con nadie sin su traductora o que le hayan mandado mensajes subliminales sobre cómo la democracia debe perdurar a como dé lugar.
Aunque era de esperarse que en alguna que otra frase se colaría algún comentario sobre los asuntos internos del vecino, omitiendo el principio de no intervención Andrés Manuel comentó que “ojalá” el congreso estadounidense apoyara la reforma migratoria de manera favorable para los mexicanos, cuando por el otro lado sorpresivamente en la agenda ni Estados Unidos o Canadá le discutió la reforma energética, que aunque sea un tema de jurisdicción meramente mexicana, sabemos que esta reforma viola en ciertos apartados directamente el ya ratificado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Dejando claro que el T-MEC, en esta ocasión fue solo la justificación para vincularse, porque más allá de reafirmar que deberán fortalecer las cadenas de suministro para asegurar la recuperación económica, se sabe que comercialmente hablando ya son el bloque más dinámico, generando cerca de un tercio de los bienes y productos del mundo.
¿Entonces qué se firmó en la Casa Blanca?
La declaración conjunta llamada “Reconstruyendo mejor juntos: una América del Norte próspera”, un documento que no solo con el título deja entre visto que la región se encuentra en “reconstrucción”, sino que también trae consigo desafíos puntuales a resolver para seguir avanzando. El urgente manejo y termino de la pandemia COVID, mejorar el enfoque para resolver juntos el tráfico de armas de fuego que cruzan hacia México y el tráfico de drogas que consume la población estadounidense, de igual manera se abordó la urgencia climática porque habría sido sumamente incongruente el no mencionarlo tras un año especialmente difícil con los incendios en Estados Unidos, las inundaciones actuales en Canadá y las notables sequías en México, presentaron el “compromiso global del metano”, una estrategia regional que buscará reducir específicamente las emisiones de carbono negro y metano.
¿Qué acciones específicas se tomarán para lo anteriormente mencionado?
Al parecer seguiremos esperando, porque mientras quedan bien con las emergencias en tendencia internacionales, hay intereses inminentes, como el hecho de que las oleadas migratorias no pintan nada bien electoralmente para los demócratas rumbo al 2022 y para ponerles freno indudablemente necesitan a quien ya dejó de ser su “patio trasero” pero que va que vuela a convertirse en su caseta migratoria, (pero esa es otra historia) porque buscando a toda costa una solución a las caravanas centroamericanas, Joe Biden aceptó colaborar con el famoso programa “Sembrando vidas” en El Salvador y el de “Construyendo el futuro” en Honduras; una victoria diplomática para México sin duda, pues en el intento de mitigar problemas compartidos, se obtiene la financiación por intereses específicos de terceros para resolver problemas ajenos, ¿Un ejemplar: “Quid pro quo”?
Es emocionante saber que empieza a crearse una agenda conjunta, pero es interesante saber para quién se crea. El auge de China es abismal y avanza a pasos agigantados frente a los demás. Una semana antes de esta reunión trilateral, el partido comunista chino habría posicionado a Xi Jinping en el poder cinco años más porque será él quien hará de su nación “fuerte y gloriosa” gracias a proyectos en marcha como la Nueva Ruta de la Seda y el Collar de Perlas. Tal vez la Cumbre de Líderes de América del Norte sucedió justo después para mostrar que aún hay proyecto para hacerles frente, que Estados Unidos tiene a sus amigos y estos están dispuestos a cooperar a como dé lugar y cuánto sea necesario, porque la región norteamericana representa el 13% del mercado mundial y China ya domina el 14. 4%, si esto olía a competencia desde mucho, solo 30 años le bastaron al gigante asiático para acelerar en una carrera que ya se puso reñida. Para seguir jugando, Estados Unidos tiene claro que depende de sus vecinos, y que a estas alturas del partido no puede haber errores y mucho menos distracciones. Algunos analistas mencionaron que fue una cumbre con palabras vacías y “simbólica”, y seguro lo fue tanto que ya planean verse de nuevo en la Ciudad de México el próximo año, porque entre que se hayan puesto objetivos claros o no, saben que, si no se ponen las pilas les van a comer el mandado.
Los desafíos e intereses que se marcaron fueron varios, pero es claro que prioridades en la región hay verdaderamente una, y es formar de manera conjunta un bloque que sirva de plataforma para reforzar económica y comercialmente a Estados Unidos en su competencia directa con China.