JJROSALES

El Banquito…

Por  Estrellita Fuentes.

Cuando el Gobernador Silvano Aureoles Conejo en días recientes se apostó cuatro horas afuera de Palacio Nacional para solicitar audiencia con el Presidente de la República, a fin de entregarle una carpeta con las pruebas de los supuestos hechos que reportan la intervención del crimen organizado en las recientes elecciones, se dice que alguien le prestó un banquito verde de plástico con el que aguardó sentado. Con ello, el gobernador no logró la audiencia, pero sí se adentró en el terreno del lenguaje comunicacional simbólico en el que Andrés Manuel López Obrador es un master, al punto que logró captar la atención de la prensa nacional y convertirse en trending topic en Twitter y detonar una lluvia de memes. Las redes sociales explotaron con ese solo hecho, y no se hizo esperar la polarización: hubo aquellos que criticaron y menospreciaron al gobernador, y aquellos que lo defendieron.

Pero el banquito le funcionó. Después vimos que lo trajo consigo cuando se apostó afuera de la Suprema Corte de Justicia y se fotografió con él. No sabemos si lo compró o se lo donaron, pero el acto resulta interesante.

¿Qué nos dice el banquito? Habla de sencillez, de pueblo, de dejar a un lado el protocolo y la investidura de gobernador, para sentarme como un ciudadano común y pedir una audiencia. Y aquí no es mi propósito verificar si Silvano es o no es del pueblo, sino el hecho de cómo maneja su comunicación. Para mí ese es el tema interesante, así como lo que vendrá después.

Por otro lado, apunto que AMLO es un master en el manejo de lo simbólico: la rifa-venta de un avión presidencial, las subastas de las mansiones y los lotes de joyas confiscados a los grandes capos, sus zapatos sin bolear, el traje que le queda grande, el sentarse a consumir en fonditas locales, no vivir en Los Pinos; todo eso responde a una narrativa que le hace sentido a sus seguidores, a los amlovers, y eso les encanta. Andrés Manuel ha sabido leer a la perfección el hartazgo de la ciudadanía, y lo ha venido manejando con una maestría singular desde hace 10 años que ha estado en campaña, y mejor aún, sigue manteniendo la coherencia en su discurso con respecto a los actos simbólicos que se convierten en meta-mensajes para el pueblo.

Por eso es que no cabe la lógica cuando al Presidente se le confronta con cifras o con hechos; su lenguaje es emocional y apela al corazón de quienes le siguen y le dan carta blanca a cabalidad, sin cuestionarle nada.

Los políticos tradicionales aún no lo han entendido: les gustan las fotos formales, el traje de marca, el protocolo, los eventos socialités, codearse públicamente y fotografiarse con la clase empresarial, los eventos fastuosos… Todo eso, y muy en especial en estos tiempos de crisis por la pandemia, ya no le checan al ciudadano. Y parece que el gobernador Silvano lo está entendiendo, aunque no sabemos si su propósito es más de marketing que de realmente hacerse “Juan Pueblo”.

Lo que sí es que el negarle audiencia al gobernador habla de intransigencia y de falta de operación política, porque digo, es el gobernador constitucionalmente hablando de aquí al 30 de septiembre, y nos representa a todos los michoacanos. Es un sinsentido no ordenarle mínimo a la Secretaria de Gobernación que lo reciba y lo atienda, y le reciba la carpeta, sino que lo bateen, y por otro lado sí reciba a los candidatos electos. Ahí está perdiendo la Presidencia en términos comunicacionales me parece, y sin querer, están abonándole más a la imagen de Silvano Aureoles. ¿Les funcionará? No lo sabemos. El curso de los hechos nos dará la razón.

Andrés Manuel cuenta con todo el aparato del estado mexicano para hacer con Silvano lo que quiera; y el gobernador se está revistiendo en términos de comunicación para lo que sea que venga. Será interesante seguir atestiguando el curso de esta historia, dejando de lado los apasionamientos que nos ofuscan, y viendo con objetividad a razones de lo que le convenga más a Michoacán, que es lo que realmente nos importa. Porque Aguililla no puede esperar, y Michoacán merece tener un gobernador cien por ciento legitimado, y de quien no quepa la menor duda, para que goce un amplio margen de maniobra política y pueda llevar a cabo su administración con el aval total ciudadano. Ya veremos qué pasa…

Te recomendamos