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Corrupción en los organismos autónomos del estado

Corrupción en los organismos autónomos del estado

Por: Juan José Rosales Gallegos

Morelia, Michoacán 31 de agosto 2020.- Se confirma un secreto a voces, algo que por muchos años los diputados en turno negaron y los partidos políticos encubrieron, un acto de corrupción en el cual participan todos los colores, expresiones y doctrinas: Los órganos autónomos son un jugoso botín que se reparten, desde los cargos más modestos hasta la titularidad de estos son peleados, cedidos o intercambiados. Esto lo confirmó el encargado del despacho de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Michoacán (CEDH), Uble Mejía Mora: “Tradicionalmente ocurren estas situaciones de reparto en todos los órganos autónomos, lamentablemente”.

Los órganos autónomos son una parte del poder, de las prebendas y ventajas que se disputan los políticos. “Ganarlos o perderlos”, significa control institucional y económico; la “autonomía” de la que tanto se ufanan, es una falsificada carta de presentación que pretende confundir al ciudadano para ganar un poco de credibilidad. Son una agencia de colocaciones para un grupo de académicos adictos a la burocracia que ofrecen su complicidad a cambio de una jugosa quincena; son también el reducto en el cual diputados “cumplen compromisos” o protegen parte de su estructura.

La Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH), uno de esos organismos autónomos, se encuentra sumido en un escándalo terrible que revela el grado de descomposición en el que se encuentran estas “instituciones”. Tan grave, que toca las puertas del congreso local y confirma la corrupción imperante. Sobre dos diputados, Osiel Equihua y Mayela Salas, pesa la acusación de tener a “recomendados” ocupando un cargo en la Comisión y pedirles “moche”. Además de la acción corrupta de suplantar atribuciones “cediendo chambas”, está la miserable acción de cercenar el salario de un trabajador.

“El sueldo de los trabajadores es una prestación personalísima, yo no puedo preguntar si le dan una parte a un partido político o cuanto gasta en sus cuestiones personales”, explica Uble Mejía Mora, sin conceder, pero tampoco negándolo. El encargado del despacho de la CEDH asegura que ya existe una “investigación por parte del órgano interno de control”, y se está convocando a los trabajadores a que acudan a denunciar cualquier situación anómala. Es absurdo, ¿quién irá a denunciar si por tanto tiempo los presidentes de esta comisión formaron parte del cochupo?

La claudicación de Uble Mejía Mora, al aceptar lo que pasa en la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y otros “organismos autónomos”, ocurre con palabras salpicadas de culpa y arrepentimiento: “No está escrito en ningún lado, pero suele suceder que se reparten posiciones. Eso es sabido… No es nada sano, yo lo he expresado varias veces a ellos mismos (a los diputados), se los he comentado que no es nada sano”.

Y agrega, “ahora que se pongan de acuerdo (los diputados locales) para la designación del nuevo Ombudsman (women) que sea cuidando los perfiles. Ojalá y no hagan relevos a ciegas y cuiden la experiencia”.

Las y los integrantes de la legislatura local están obligados a responder y transparentar su actuación. ¿En cuántos organismos autónomos ocurre la misma práctica que en la CEDH? ¿Qué diputados participan en la “repartición de espacios”? ¿Cuáles piden moche? Esto es un escándalo que implosiona todo vestigio de “autonomía”, confianza y credibilidad.

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