Por: Juan José Rosales Gallegos
Morelia, Michoacán a 13 de agosto de 2017.- Las acciones del sindicato de empleados o de maestros, sus constantes huelgas, necedades y ambición desmedida parece que quisieran comerse de un bocado a su patrón. Los albergues estudiantiles (casas del estudiante), que tienen que ir a comunidades remotas de Oaxaca, Chiapas, Puebla, Estado de México y Guerrero, para asegurar nuevos inquilinos que les representan el manejo de millones de pesos para “la manutención”. La corrupción de las autoridades, las prestaciones desproporcionadas, y las manos de partidos y políticos que quieren manipular cada movimiento. Todo lo que pasa parece dirigido a destruir la universidad pública del estado.
La oferta de educación media superior y superior en muy buena en Michoacán, hasta en el municipio más alejado se tiene la opción de estudiar en línea, o de forma presencial en algún municipio vecino sin tener que desplazarse hasta la capital michoacana. Mantener a los 6 mil inquilinos de las llamadas casas del estudiante se destinan 80 millones de pesos al año. Estos albergues o casas ya no son necesarios gracias a la expansión y cobertura que refiero.
Cuando se habla de un académico, de un profesor de universidad, hablamos de seres humanos comprometidos, estudiosos, cuyas ideas han sido destino y solución para muchos de los problemas del mundo. Quienes enseñan en la universidad deben ser siempre los mejores, porqué así se podrán lograr destacados egresados listos para tomar la batuta y darle continuidad a la rueda del conocimiento. Es decepcionante ver a los miembros del sindicato de profesores de la Michoacana protestando, exigiendo y amenazando, cuando deberían ofrecer propuestas para resolver la problemática financiera de SU universidad que los ha formado y mantenido.
La manipulación que sufren los empleados es un insulto. Ante la comunidad su líder se presenta como defensor de la clase trabajadora, como el primer promotor de la libre determinación e impulsa a sus compañera y compañeros a la superación, a través de la formación que su gremio ofrece. Al interior existe un férreo control de “las bases”, premios para los que se someten y castigo para los que cuestionan. Esa forma tan sutil que usan los dictadorzuelos (dixit, Luis Almagro) para encubrir los abusos.
Este funesto panorama podría mostrar que la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo está destinada a su desaparición, que nadie quiere ceder para lograr su salvación; que a los aquí citados los mueve el egoísmo y la defensa de sus intereses, aunque tengan que arrancar la mano que les da de comer.
A nadie le conviene que desaparezca la Universidad, mucho menos a los que han construido sus fortunas con los destrozos de cada batalla que se libra por mantenerla de pie.