JJROSALES

Sobre la contratación de médicos cubanos

Por: Dr. Rogelio Díaz Ortíz.

“Candil de la calles y oscuridad de su casa” Dicho popular.

Gran enojo causo entre la comunidad médica del país el anuncio del
presidente de la República de la contratación de varios cientos de
galenos cubanos.

En los dos últimos años ser Médico se convirtió en una profesión de
muy alto riesgo y de elevada mortalidad ya que los retos sanitarios
causados por el COVID pusieron a prueba vocación y preparación en
escenarios de falta de insumos y equipo, extenuantes jornadas de
trabajo traducido todo ello en contagios que los llevo a la muerte en el
cumplimiento de su deber.

El ejercicio de la profesión médica muto del reconocimiento, estatus y
agradecimiento al escenario de exigencia, riesgo e inseguridad.
Conviene recordar que en las escuelas y facultades de medicina se
les enseña a los Galenos anatomía y fisiología para que “entiendan”
la mágica perfección del cuerpo humano; clínica propedéutica para
que aprendan a interrogar y explorar a los pacientes de una manera
ordenada y sistematizada; Técnicas Quirúrgicas para que desarrollen
la capacidad de “reparar” algún desperfecto; Patología y Farmacología
para que identifiquen agentes causales de enfermedad y su posible
solución medicamentosa.

Se profundiza en el conocimiento de los órganos que integran al
cuerpo a través de materias como Gastroenterología,
Endocrinología, Otorrinolaringología, Nefrología, Neurología o
Neumología; se estudia con detalle diferencias e identidades al cursar
Pediatría, Geriatría, Ginecología y Andrología.

Pero a la par se da la “introducción” al conocimiento holístico de los
pacientes cuando recorren, a solas o en compañía del Médico –
Maestro, la sala de urgencias, un consultorio y el infaltable pase de
visita por las habitaciones o pabellones de una clínica o un hospital.
El estudiante de medicina esta consciente que su preparación
académica no finaliza cuando egresa de la Escuela o Facultad, sino
que es un ejercicio permanente y obligatorio que tendrá que cumplir
todos los días de su práctica profesional ya que no hacerlo le
convertiría en una amenaza y un peligro para sus pacientes.

Estudiar para ser médico es un privilegio que no todos tienen, es una
distinción que obliga a ser pulcro en el vestir, veraz en sus
comentarios, prudente en el pensar, humilde y solidario, estudiante
disciplinado, responsable y amoroso con él prójimo, dispuesto
siempre a aprender y a trabajar en equipo.

El estudiante de medicina aprende de sus maestros que en esta
profesión no existe horario ni fecha que le exima de la responsabilidad
de atender un paciente.

Aprende que el ejercicio de la medicina no debe limitarse jamás por
ninguna diferencia de origen racial, religión, idioma, grado académico,
sexo, edad, preferencia político partidista, discapacidad ni
posibilidades económicas.

El médico aprende a “descubrir” lo maravillosa y gratificante que resulta
una sonrisa cuando el paciente recupera la salud, el compromiso que
establece con “su” paciente y el privilegio de integrar uno de los
activos más importantes de la sociedad.

Quienes decidimos elegir ejercer la medicina como profesión, lo
entendimos, desde nuestra formación en las aulas, como un acto de
amor al prójimo, con sentido de responsabilidad social, de estudio y
aprendizaje constante, conscientes de nuestras limitaciones
personales y necesidad de trabajar en equipo, con el conocimiento que
su práctica deberá de hacerse bien y de buenas las 24 horas de cada
uno de los 365 días del año, con férrea disciplina y en constante
“comunicación” con Dios.

El profesional de la medicina es un ser humano que se ha
comprometido con la humanidad, a no dañarle, preservar la vida,
honrar a sus maestros y enseñar a sus alumnos, a que la salud de sus
pacientes sea el paradigma primario de su actuar, no traicionar jamás
la confianza de su paciente ni comentar a otros lo que en consulta le ha
sido informado, a ver a sus colegas como sus hermanos, intentar
siempre coadyuvar a que su paciente tenga calidad y en lo posible
cantidad de vida, acompañarle en el momento de su partida de este
plano físico siempre respetando sus derechos, voluntad y dignidad.
Dice un dicho popular: “Quién trabaja con las manos es un artesano, el
que lo hace con la mente seguramente es un científico, el que trabaja
con el corazón suele ser un artista. El que trabaja con sus manos, su
mente, sentidos y el corazón, sin duda alguna es Médico”.

Con todos estos argumentos no se entiende que el titular del ejecutivo
federal se “olvide” de las promesas que hizo durante la pandemia
relacionadas a dignificar la profesión medica con mejores salarios y
prestaciones, seguro de vida para su pareja e hijos, el equipamiento
de Clínicas y Hospitales, la dotación suficiente en cantidad y calidad
de medicamentos, material de curación, insumos quirúrgicos y todo
lo necesario para brindar una atención caracterizada por calidad y
calidez.

Ojalá que el justificado reclamo de los Colegios y Asociaciones
Médicas de todo el país surta el efecto suficiente para darle su lugar,
como prioridad, a los Médicos egresados de las Escuelas y Facultades
de todo el país.

Dedico este espacio con gratitud y admiración a todos mis compañeros
de la generación 1974 – 1979 de la Facultad de Medicina “Dr. Ignacio
Chávez” de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
quienes con su trabajo, entrega y resultados han construido un sólido
prestigio profesional, asumido con éxito el rol de líderes sociales y hoy
disfrutan del reconocimiento a su calidad humana honrando de esta
manera lo que aprendimos en las aulas de la Casa de Hidalgo

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