Por: Juan José Rosales Gallegos
Morelia, Michoacán, 16 de agosto 2021.- Desde hace años los gobiernos (federal, estatal, municipales) matizan la narrativa de lo que ocurre en varios municipios de la tierra caliente, la región sierra-costa y el municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Son cuidadosos al momento de describir lo que ocurre, acuciosos para detectar la información que rompe con su discurso pues el objetivo es no llamar mucho la atención.
El relato oficial de lo que pasa se puede resumir de las siguientes formas: Grupos antagónicos de civiles armados se disputan territorio. Constantes enfrentamientos entre bandas rivales por el trasiego de droga. Sujetos desconocidos agreden a elementos de la policía y el ejército. Nutrido intercambio de plomo provoca la movilización de elementos de seguridad de diferentes corporaciones. Persecución y balacera entre policías y presuntos delincuentes.
Al parecer, lo que pasa en las regiones citadas son escaramuzas intermitentes de vecinos empistolados y pobres policías mal armados. Encuentros fortuitos entre narcos, ataviados con sombreros caros, hebillas relucientes y botas picudas, disparando brillantes pistolas llenas de bisutería, que luego huyen en lujosas camionetas bebiendo “bucanitas 18” y escuchando corridos alterados (lo que signifique eso). En fin, una puesta en escena que no tiene mayor consecuencia, unos cuantos muertos que confirman el carácter bravo y agreste de la región y su gente; un filme del que todos escuchan, pero nadie quiere ver. Pantomima salvaje.
Lo que está pasando en municipios como Coalcomán, Aguililla, Aquila, Arteaga, Tumbiscatio, Buenavista, Apatzingán, Parácuaro, Múgica, La Huacana y Churumuco (siendo estos los más conflictivos), es el embate de intereses que superan por mucho la simplona teoría de, “la construcción de una ruta segura para el trasiego de droga”. En los agresivos y descarnados combates, participan sicarios bien entrenados por mercenarios de origen ruso, chino o coreanos, que tienen vía libre al océano pacífico controlando el puerto de Lázaro Cárdenas.
Lo que el discurso oficial describe como, “grupos de civiles armados”, son en realidad comandos bien entrenados en el uso de distintas armas y sin límite de pertrechos listos para el combate. Jóvenes pulcros y físicamente aptos los cuales, por cierto, no tienen el acento característico de los calentanos al hablar.
Recientemente, el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, se reunió en Washington D.C. con el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Adam Schiff. La puerta del congresista Schiff no se abre para cualquiera, mucho menos para recibir “quejas” sobre una elección amañada en un lugar que está a miles de kilómetros de distancia.
El congresista no tiene tiempo para esos lamentos, su responsabilidad es la seguridad nacional de los Estados Unidos de Norteamérica, recabar y analizar información que permitan identificar amenazas reales a los intereses norteamericanos. La reunión con el gobernador Aureoles no fue por cortesía ni fortuita.