JJROSALES

249o ANIVERSARIO DE NUESTRO SEMINARIO DE MORELIA

Hoy con mucha alegría y llenos de gratitud celebramos en el y con el Seminario de
Morelia el 249o Aniversario de su fundación, fiesta que se une con la Solemnidad de los
Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Un día como hoy en 1770 bajo el gobierno
pastoral de Mons. Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, se erigía e iniciaba solemnemente
nuestro Seminario.
Invito a todos a unirse a esta alegría y acción de gracias, pues todos somos parte
de él: formadores, seminaristas, bienhechores, y todos los que pertenecemos a esta
Arquidiócesis de Morelia. En esta Solemnidad, pidamos a Dios para que nuestro
Seminario siga formando pastores que cumplan fielmente su misión como los Arcángeles.
Los Arcángeles anuncian cosas de gran trascendencia. San Miguel, el poderoso
príncipe nos anuncia que Dios defiende al hombre del pecado; San Gabriel, el que
anuncia a María como madre de la Iglesia, que Jesús es el Mesías y nos comunica que
“nadie puede dar muerte a nuestra alegría”. San Rafael, el peregrino que nos acompaña
en el camino y nos dice que la luz del mundo nos ilumina. Ellos son los siervos de la Gloria
del Señor que nos protegen en el cielo y en la tierra.
En este 249o Aniversario de nuestro Seminario, llenémonos de alegría y pidamos a
Dios por nuestro Seminario, por sus formadores, especialmente por sus seminaristas para
que sean valientes en su vocación y sigan su proceso de formación, se dejen guiar en su
caminar, amen a esta Casa de Formación y se preparen para ser futuros pastores a la
altura de nuestro mundo de hoy.

 

254o ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE DON JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN,

EL SIERVO DE LA NACIÓN

En el marco de la fiesta moreliana del 30 de Septiembre por el 254o Aniversario del
Natalicio del Siervo de la Nación, -sacerdote formado precisamente en el Seminario de
Morelia-, quiero invitarlos a descubrir el legado de Morelos, quien quiso cambiar la realidad
compleja que vivió, en la que prevalecían los privilegios de unos cuantos, y en su lucha
siempre encontró las resistencias de quienes no querían perderlos, de quienes no querían
que todos los mexicanos fueran iguales, de quienes no querían cambiar.
José María Morelos fue un sacerdote, quien más allá de sus cualidades y
limitaciones humanas sirvió de instrumento a la Providencia para unirse al movimiento de
la Independencia Nacional y favorecer así la Constitución de la nueva Patria Mexicana.
Como creyente, luchó por los valores de la libertad y la igualdad, y dio voz al reclamo de
justicia de un pueblo sumido en la pobreza y la opresión. Gracias a hombres como él, los
anhelos de libertad y autodeterminación, siempre presentes en el corazón humano, dan
siempre la esperanza de una mejor sociedad, buscando la igualdad y aboliendo privilegios
y castas, aunque sea dentro de una difícil situación política, económica y social.
La lucha de Morelos se forjó en la adversidad. También hoy como en aquellos
tiempos y como siempre, la adversidad ocurre cuando se impulsan cambios profundos, las
resistencias vienen de quienes no quieren perder sus privilegios, y de quienes creen que
no todos merecemos las mismas oportunidades. La lucha de Morelos también nos
recuerda que una vez que inicia el cambio por la igualdad, la libertad, la justicia y la
fraternidad, no importa la fuerza de las resistencias: la transformación es imparable.
Igual que Morelos, sigamos poniendo nuestro granito de arena para defender la paz
y la democracia, como las únicas condiciones aceptables para lograr cualquier cambio. El
clamor del Siervo de la Nación sigue siendo vigente en nuestra sociedad, su clamor de
justicia social sigue siendo el nuestro, sus palabras y sus Sentimientos de la Nación
siguen siendo nuestra guía, sigamos con aliento animoso y sin temor alguno, en la
defensa de las causas más justas. Sigamos promoviendo los derechos humanos, y
mediante el diálogo sigamos luchando para vivir mejor y en paz.

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